martes, 27 de diciembre de 2011

SECRETOS DE LA MASONERÍA



Dr. Arnold Krumm Helle
Uno de los sím b o l o s más profundos que posee la
Libre y Antigua Masonería, es el que se encuentra en el
enunciado de la proposición cuarenta y siete del libro
primero de Euclides, proposición que, conocida con el
nombre de Teorema de Pitágoras, dice así :
En todo triángulo rectángulo, el cuadrado
construido sobre la hipotenusa es igual a la suma de los
cuadrados construidos sobre los dos catetos.
Muchas son las interpretaciones simbólicas que
se han dado a la afirmación anterior, basadas todas ellas
en el significado del triángulo y del cuadrado, las dos
figuras más perfectas de la Geometría.
Mis afirmaciones sinceras a las fecundas y
profundas Matemáticas me han llevado, por un sendero poco
recorrido, hacia una interpretación que me atrevo a
juzgar interesante pues se funda toda ella en el
significado oculto que posee cada uno de los números
usados en la Aritmética, recordando que todas las cosas
conocidas tienen un número, puesto que el número es la
condición esencial de su existencia.
Como es sabido, los números que poseen la
importancia especial de representar la hipotenusa y los
dos catetos de un triángulo rectángulo, satisfacen las
condiciones establecidas en las tres expresiones
matemáticas siguientes, en las que "n" tiene cualquier
valor excepto 0:
2 n
2
+ 2n + 1; 2n
2
+ 2n; 2n + 1Ahora bien, sustituyendo "n" por el valor "1",
se obtiene que los tres números enteros positivos menores
que satisfacen la condición exigida por el Teorema del
sabio de Samos son el 3, el 4 y el 5, pues 3
2
+ 4
2
= 5
S
. El
triángulo rectángulo en referencia tendría c o m o c a t e t o s e
hipotenusa los expresados por los números indicados: 3,4 y
5, cuyos significados cabalísticos son los siguie ntes:
Número tres:
Se corresponde con la letra Gomor (G). Simboliza
en el mundo divino la potencia suprema, el equilibrio
obtenido, sin esfuerzo, por la inteligencia eternamente
activa, por la absoluta sabiduría. En el universo
intelectual representa la fecundidad universal del Ser. En
el dominio de lo físico indica el trabajo incesante de la
Naturaleza, la germinación fecunda de los actos que han de
surgir de la voluntad consciente de la propia potencia.
E s e número se corporiza por medio de una mujer sentada en
el centro de un Sol radiante que indica la potencia
creadora, coronada por 12 estrellas, con un cetro en cuya
parte superior brilla un globo luminoso que no es sino la
acción perpetua que la Naturaleza, siempre sabia, ejerce
sobre las cosas nacidas o por nacer. En la otra mano de
esa figura alegórica, se posa un águila que recuerda las
alturas hasta las cuales ha de remontarse la inteligencia.
A los pies de la noble matrona brilla la Luna que
simboliza la infinitud de la materia y su esclavitud
respecto al espíritu.
Número cuatro:
Se corresponde con la letra Dinain (D).
Simboliza en el mundo divino la realización perpetua, en
modo jerárquico, de las virtualidades que configuran el
ser absoluto. En el universo intelectual representa la
realización de las ideas del Ser, por medio del cuádruple
trabajo del espíritu, es decir por medio de la
afirmación, de la negación, de la discusión y de la
solución. En el dominio de lo físico indica la
realización de los actos dirigidos por la ciencia de la Verdad, por el amor a la Justicia, por la fuerza de la
Voluntad y por el trabajo de la Energía Material. Este
número se personifica mediante la figura de un guerrero
cubierto con un casco que da la idea de la fuerza que
conquista el poder bien dirigido, sentado sobre una
piedra cúbica, imagen de la materia domada, de la obra
humana perfectamente concluida. Con la mano derecha
sostiene un cetro, mientras sus piernas están colocadas en
forma de cruz que simboliza los cuatro elementos, la
expansión de la potencia humana hacia los cuatro rumbos
del espíritu.
Número cinco:
Se corresponde con la letra Eni (E). Simboliza
en el mundo divino la Ley universal reguladora de las
manifestaciones del Ser en la unidad de la sustancia. En
el universo intelectual representa la religión, es decir
la relación íntima del Ser absoluto con el Ser relativo,
de lo infinito con lo limitado. En el dominio de lo
físico, indica la inspiración comunicada al hombre por
las vibraciones del fluido astral; recuerda las mil
pruebas a las que está sometido el ser humano si ejerce
la propia libertad de acción por el círculo infranqueable
de la Ley Universal. Ese número se corporiza por medio de
un Hierofante genio de las buenas inspiraciones del
espíritu, sentado en el espacio que queda entre las dos
columnas del Santuario; traza con el índice de la mano
derecha, sobre el pecho, el signo del silencio como
invitación al recogimiento si se desea escuchar la voz
del cielo en el silencio de las pasiones y de los
instintos materiales. La columna derecha simboliza la Ley
divina, la de la izquierda representa la facultad de
obedecer o desobedecer esa misma Ley divina. El
Hierofante aparece apoyado sobre una cruz de tres brazos
horizontales, emblema del espíritu del Gran Arquitecto
del Universo que penetra en los tres mundos para
despertar todas las manifestaciones de la vida universal.
A sus pies, dos hombres de rodillas, el genio de la luz,
vestido de rojo, el espíritu de las tinieblas, de negro,
listos ambos para obedecer al Maestro de los Misterios Sagrados...
El Triángulo Pitagórico, pues, está formado, en
el mundo divino, por la Ley Universal como hipotenusa y
como catetos, por la potencia Suprema y por la
realización perpetua de las virtualidades del Ser
absoluto. En el universo intelectual la hipotenusa de ese
mismo triángulo es la religión y los catetos están
construidos por la fecundidad universal del Ser y por la
realización de las ideas de ese mismo ser al efectuar el
cuádruple trabajo del espíritu, que no es sino el grupo
compacto de la afirmación, la negación, la discusión y la
solución. En el dominio de lo físico, la hipotenusa del
triángulo de Pitágoras es la inspiración, y los catetos
los forman la acción fecunda de la Naturaleza y la realización de los actos humanos por medio de la Verdad, la
Justicia, la Voluntad y la Energía .
Ahora bien, el Teorema de Pitágoras dice que:
3
2
+ 4
2
= 5
2
9 + 16 = 25
El número nueve, correspondiente a la letra
Thala (Th), simboliza en el mundo divino la sabiduría
absoluta; en el Universo intelectual, la prudencia que
rige y dirige sabiamente a la Voluntad; en el dominio de
lo físico es la circunspección en los actos. E s e número se
personifica en un anciano, la experiencia adquirida en las
dificultades de la vida, que camina apoyado en un báculo,
que no es sino el sostén que presta la prudencia y que
lleva una lámpara encendida, la luz de la inteligencia,
medio oculta bajo el manto que lo cubre, manto que
simboliza la discreción .
E l número dieciseis se descompone, para los
efectos cabalísticos, en diez y en seis.
El número diez, correspondiente a la letra
Ioithi (I,J o Y), simboliza en el mundo divino el
principio activo que vivifica los seres, en el universo
intelectual, la autoridad que todo lo gobierna y en el
dominio físico, la buena o la mala fortuna. E s e número se corporiza por medio de una rueda cuyo eje está sostenido
por dos columnas; a la derecha Hermanubis, genio del Bien,
se esfuerza en subir, mientras que a la izquierda Tyfón,
el genio del mal, se ve precipitado al abismo. En
equilibrio sobre la rueda está le Esfinge, inflexible, que
conserva entre sus garras de león una espada, la espada
del destino, que está despierto siempre para forjar las
cadenas para el vicioso y entretejer guirnaldas para el
que ha hecho de la virtud norma.
El núm ero seis corresponde a la letra Ur (U).
Simboliza en el mundo divino la Ciencia del Bien y el
Mal; en el universo intelectual el equilibrio entre la
necesidad y la libertad, y en el dominio físico el
antagonismo indestructible que existe entre las fuerzas
naturales, el encadenamiento íntimo que une a las causas
los efectos. Ese número se personifica en un hombre de
pié, i n móvil en el cruce de dos caminos, que mira al suelo
fijamente mientras dos mujeres le tocan los hombros y le
señalan la de la derecha la ruta del bien y la de la
izquierda el camino del vicio tentador. Por encima y por
detrás del grupo el genio de la Justicia, suspendido en
una aureola fulgurante, apronta el arco para disparar la
flecha mortal contra las tentaciones malsanas. El
conjunto, c o m o fácilmente se comprende, expresa la lucha
que, en el interior del hombre, se verifica, entre las
pasiones malsanas y la conciencia recta.
También el número veinticinco, para su
interpretación cabalística, debe descomponerse en veinte
más cinco.
El número veinte corresponde a la letra Caitha
(K,C). Simboliza en el mundo divino el principio de todas
las fuerzas espirituales o materiales; en el universo
intelectual la potencia moral, y en el dominio físico la
fuerza orgánica. Este número se corporiza en una bella
doncella que cierra sin dificultades entre sus delicadas
manos las fauces hambrientas de un león de Nemea... Es,
como muy fácilmente se puede colegir, el emblema de la
fuerza en las propias y potentes energías.Del número cinco, no es preciso repetir aquí
cuanto más arriba quedó explicado acerca del simbolismo
que encierra.
De la exposición anterior se deduce que el
Teorema de Pitágoras significa en el mundo divino que el
principio de toda fuerza, que la Ley Universal reguladora
de las manifestaciones del Ser en la unidad de la
sustancia es originada por la acción combinada de la
sabiduría absoluta, del principio activo que da vida a
los seres y la Ciencia del Bien y del Mal.
En el universo intelectual, la misma
proposición geométrica indica que la potencia moral, la
religión sabiamente entendida, resulta del acuerdo que
debe existir entre la prudencia que rige los actos de la
Voluntad y la Autoridad suprema que todo lo gobierna,
estableciendo el equilibrio absoluto entre la Libertad y
la Necesidad.
En el dominio físico, el enunciado Pitagór i c o
establece que la fuerza orgánica y la inspiración
comunicada al ser finito por las vibraciones del Ser
infinito, nace de una perfecta prudencia en los actos
auxiliada por el destino que establece las buenas y las
malas fortunas en obediencia al encadenamiento absoluto
que existe entre las causas y los efectos, encadenamiento
que nace del antagonismo que las fuerzas naturales sienten
unas por otras.
Resumiendo los tres mundos en uno solo, se puede
decir que al enunciar Pitágoras su Teorema: “En todo
triángulo rectángulo el cuadrado construido sobre la
hipotenusa es igual a la suma de los cuadrados construidos sobre los dos catetos” expresó una proposición de
índole netamente filosófica cuyo profundo enunciado
sirvió de base a una de las más perfectas filosofías:
La renovación universal que obtendrá el hombre
por medio de la inspiración que recibe directamente de las
Potencias Ocultas, ha de alcanzarse únicamente por la
acción de la prudencia que mantiene el equilibriouniversal, por el impulso de la fortuna bien dirigida por
una voluntad potente y por la constancia en las mil
pruebas a las que ha de verse sometido el ser humano en
presencia de las múltiples tentaciones del Bien y del Mal